Una historia bien contada, de las que impactan al lector y le hacen partícipe de las barbarie de los tiempos de guerra: el exilio, el hambre, el cansancio, la muerte, las injusticias… Aventuras y viajes que llevarán al lector a entender como vivían unos jóvenes milicianos que simplemente soñaban con la libertad y que en su camino hacia el exilio se cruzarán con varios personajes históricos de la Guerra Civil: Manuel Azaña y Antonio Machado, entre otros, antes de llegar a sus destinos: París y Nueva York, donde se darán cuenta que sus vidas han cambiado para siempre, y ya nunca volverán a ser los mismos.

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viernes, 15 de noviembre de 2013

Lectura de un pasaje de la novela en Argot


El actor Ferrán Garrigues, leyendo una pasaje de "Nunca seremos los mismos", en la presentación de la novela en Castellón. Leía, con su maravillosa voz, una carta que Manuel Murillo envió desde Nueva York, a su querida Viveka, a París, en los días difíciles de la ocupación nazi.
Esta es la carta:.

Querida Viveka:
            Te envío esta carta a través del consulado argentino en Nueva York, tal como me dijiste, esperando que te llegue antes, y puedas compartir conmigo la alegría que tengo estos días. Ya sé que hablarte de lo bien que me van las cosas puede parecer frívolo en tu situación, con los nazis encima de tu vida, pero es contándote lo que me pasa la única manera que tengo de compartirlo contigo, y ahora quiero que tú también seas participe de mi satisfacción.
            El viernes 22 de Octubre inauguramos, por fin, The Blue Garden, mi, nuestro, club de jazz. Todo un éxito, que se ha convertido en uno de los acontecimientos del otoño en Nueva York. Por el club pasaron casi todas las personalidades relevantes de la cultura y el arte neoyorquino, y una profusión de fotógrafos de diferentes periódicos. Hubo actuación de Frank Sinatra y la Orquesta de Glenn Miller, y se bailó, se comió y se bebió. Una gran noche, que para mí solo tuvo una sombra: tu ausencia, el deseo de tenerte allí conmigo disfrutando de todo lo que sucedía.
            He conocido a una mujer extraordinaria: Pilar García. Es una exiliada española que me encontré en condiciones calamitosas en Central Park (en otro momento te contaré el sufrimiento que ha padecido desde que se exilió)  y se ha convertido en mi mano derecha, como secretaria personal. Es una mujer de edad madura, con un hijo encantador, que ha sustituido a Mss. Cameron como confidente de mis penas y alegrías. Ella es la que en los momentos que más te echo de menos me da consejos y ánimo. Espero que más pronto que tarde os podáis conocer. Eso significaría que estarías ya aquí, a mi lado.
            Temo por ti, y por Rodrigo y Marga. Desde la entrada de Estados Unidos en el conflicto, la guerra está dando un giro negativo para Alemania, y eso puede recrudecer la represión en las zonas ocupadas. No sé en qué estaréis metidos, seguro que en algo, pero tened mucho cuidado. Aquí se habla de pocos meses para la derrota de Hitler, pero ya sabes, los americanos tienen el optimismo de los triunfadores, y muchas veces sus apreciaciones no coinciden en nada con la realidad.
            Por fin conseguí librarme de ser reclutado a filas. No ha sido fácil. Pero invocando a mi estatuto de refugiado, a las donaciones que hago a las asociaciones que organizan la retaguardia, y sobre todo, a algunas influencias, ha conseguido que no me movilicen. Habría sido terrible tener que volver al frente. No sé si lo hubiera podido soportar.
            Te quiero sin tregua y cada día deseo que llegue el momento de poder tenerte en mis brazos. Dales recuerdos a Marga y Rodrigo, y si necesitáis fondos para la causa, buscaremos una manera de hacéroslos llegar.
Besos de quien te quiere.
Manuel

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